22.9.11

El trabajo era horrible. Esclavizante, alienante y para colmo mal pago. Pero se veía enormemente recompensado cada vez que la veía. Solía escudriñar en la larga cola, para poner intentar divisar su carita entre el montón. Valía la pena cada segundo que pasaba ahí sentado, recibiendo y entregando dinero ajeno. Ella entraba con sus aires de princesa, llena de misterio. Con ojeras y los ojos rojos de haber llorado. El administraba el tiempo que le debía dedicar a cada cliente estrategicamente para que ella pudiera acceder a su caja. Y quizás, algún día junte la valentía para decirle todo lo que tiene en su garganta atorado..

ella buscaba en su armario, porque habia perdido la razon

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